jueves, 7 de abril de 2016

FRAGMENTO DEL LIBRO HISTORIA DEL BARRIO DE LA FLOTA (MURCIA) DE FERNANDO MARTÍNEZ SÁNCHEZ-TOVAR

Huerto del Relojero: Estuvo situado detrás de las religiosas Oblatas, en la actualidad calle Dr. José Tapia Sanz. Su propietario, don Luis Lucas González, cariñosamente conocido por el “tío Luis el Relojero” (el epíteto de relojero no corresponde en absoluto con nada relacionado con su persona, según indicaba correspondía a un propietario anterior del huerto, que ejercía como tal). El tío Luis, aparte de las tareas propias del mantenimiento del huerto, fue una persona que ejercía altruistamente de “masajista” a las personas que se lo solicitaban. Casó con doña Concepción Fernández Higinio, de cuyo matrimonio nacieron cuatro retoños, tres hijas y un varón.

La superficie del huerto equivalía a dos tahúllas; era bonito y coqueto, disponía de diversidad de flora y arbolado; entre los frutales, sobresalían sus magníficos perales de pera campesina, y perales “pereteros” de deliciosos ramilletes de dulcísimas peretas; pero el frutal que más le gustaba al “tío Luis” era el “níspero”, su frutal preferido (el huerto estaba henchido de ellos); además, disponía de una palmera altísima de riquísimos dátiles carnosos; encumbrados hacia el Cielo a modo de atalaya, dos esbeltos cipreses muy frondosos y un longevo laurel muy oloroso de antiquísima edad, orgullo del tío Luis.

En los años sesenta, con motivo de la evolución urbana (construcción del P.º de La Fama), el huerto fue derruido sin ningún tipo de estudio previo. Una vez más la inoperancia de los regidores de la época, carentes de sensibilidad hacia nuestro legado, quedó de manifiesto con la destrucción arbórea de este singular huerto del “relojero”.

Este es un fragmento que aparece en la página 87 del libro Barrio de la Flota de Fernando Martínez Sánchez-Tovar.
Me parece estupendo que alguien se acuerde de mi abuelo a parte de su familia, es más, todo lo que pone es cierto, aunque intentaré puntualizarlo.

Los apellidos de mi abuelo son Lucas González, no Lucas Sánchez como usted al que no tengo el gusto de conocer, pero me gustaría, ha puesto. En el barrio de la Flota viven mis primos y primas, nietos y nietas de mi abuelo Luis y los maridos de mis tías, cualquiera de ellos gustosamente le habrían informado al respecto.

En cuanto a lo de “masajista” yo lo llamaría “fisioterapeuta”, pues realmente esta es la función que ejercía, altruistamente como usted bien pone. Yo mismo fui testigo pues en más de una ocasión me curo. De pequeño tuve una torcedura con una pequeña fractura de tobillo. En la época lo primero que te hacían era escayolarte hasta la rodilla diez o quince días no recuerdo bien, la cuestión es que el esguince seguía, mi abuelo lo llamaba “carne huida” que había que poner en su sitio, con aceite y mucho dolor consiguió curarme, lógicamente después es cuando venia la inmovilización no antes como la medicina lo realizaba entonces, para este tipo de lesiones fue un precursor, nunca llegue a averiguar de donde le venia ese conocimiento.

Mis abuelos tuvieron más hijos, mi tío Luis falleció con doce años no sé a que fue debido, la sanidad de entonces afortunadamente no es como la actual.

El peretero estaba en la esquina del carril, cuando se accedía a la casa, el ciruelo estaba al lado del pozo, los higos verdales, los naranjos, etc. El hombre que le compraba el laurel me daba miedo yo lo recuerdo negociando el precio del laurel, persona alta con un blusón negro con semblante serio y enjuto. Cuando salgo por las tardes a andar y alguna persona me mira con un poco de temor, me acuerdo de este hombre. De la palmera recuerdo la que estaba en el huerto de D. José de la Peña que lindaba a la derecha con las Oblatas, mi abuelo le cuidaba el huerto y yo vi como un señor se subió a dicha palmera que era altísima y como fue cortando los racimos dejándolos caer.

En cuanto a la expropiación del huerto, fue otro robo de los perpetrados por el franquismo y sus adláteres, yo siempre he dicho que los que se enriquecieron con aquel atropello seguirán viviendo en la actualidad de las rentas generadas. Una casa de 60 m2 es la compensación que le alquilaron en el polígono de la Paz, a cada una de las dos familias que habitaban las dos viviendas, que les costo trabajo demostrar que existían, pues la administración corrupta ya entonces decía lo contrario, herencias de la administración. Las monjas tuvieron más suerte, visitaron a ministro de turno en Madrid y pudieron conservar su patrimonio. Suspiro de monja, costal de trigo.

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